Todas las emociones son necesarias
Si en algún punto detenemos esta secuencia, o nos asustan nuestras propias emociones, o tenemos creencias irracionales sobre alguna de ellas (no nos permitimos estar tristes porque queremos demostrar que somos siempre fuertes y podemos con todo, o que nos vean enfadados, o no nos permitimos disfrutar porque creemos que es importante trabajar duro...), o hemos tenido alguna mala experiencia con alguna de ellas... es posible que evitemos, no toleremos (ni en nosotros ni en los demás) determinada emoción, o no habéis escuchado frases que se les dice tan a menudo a los niños y niñas: "no estés triste", "no se llora", "no te enfades"...
El niño o la niña está escuchando lo que le dice su cuerpo, le llega el mensaje de la emoción... pero el adulto en este caso, intenta detenerla ¿qué le despierta al adulto observar la expresión de determinadas emociones en el otro?, ¿qué relación tiene con esas emociones?
No podemos estar siempre felices, la vida está llena de matices y emociones que van y vienen, y que si las escuchamos con el mensaje que nos traen, fluyen. Pero si las negamos, ignoramos, bloqueamos... se acumulan, nos asustan, desbordan y a veces, incluso explotan.
Todas están aquí por algo, escúchalas.
Todas la emociones son naturales, si las escuchamos nos envían un mensaje sobre algo que necesitamos y contienen energía que nos lleva a realizar una acción que nos devuelve al equilibrio. Por eso no hay emociones "buenas", ni emociones "malas", pero es cierto que la energía que sentimos en el cuerpo con la ira tiene un tono desagradable porque nos está indicando que nuestras necesidades no están siendo satisfechas, y eso, es importante para la supervivencia, de ahí, que no sea fácil que pase desapercibida y sintamos de urgencia de hacer algo.
Si sentimos que algo es injusto, frustrante, que nos puede hacer daño, nos limita, nos recuerda a una situación pasada dolorosa... se activa la ira y con ella, una energía que nos lleva a poner límites para protegernos, defendernos, expresarnos.
¿Y qué hacemos con eso? Pues emprender una acción, pero no siempre realizamos la acción adecuada que la desactiva...
➡️ podemos expresarla de una forma adecuada, respetuosa, que exprese nuestros límites sin herir al otro...
➡️pero también podemos expresarla en forma de agresión hacia el otro (física, verbal...)
➡️ podemos intentar ignorarla, reprimirla... o dirigirla hacia nosotros mismos, pero esa "energía" se acumula en nuestro cuerpo y no es beneficiosa para nosotros ni nos hace sentir bien.
Es una emoción primaria, eso quiere decir que aparece muy pronto en el desarrollo, por eso nuestros niños y niñas sienten ira, la expresan... pero ya sabemos que ellos, no tienen todavía las capacidades para poder regular y dar respuesta a sus emociones y que somos nosotros, los adultos, los que tenemos que ser modelos y guías en este proceso hasta que puedan hacerlo por sí mismos. Por eso decirles que "no se enfaden" o que "no es para tanto" no les ofrece ni la conexión con sus emociones ni les lleva a emprender una acción que responda a eso que están sintiendo, les lleva a reprimir, a ignorar(se) y eso, a largo plazo, pasa factura.
Qué importante tomar conciencia de que en la infancia estamos, con nuestro acompañamiento, en cada situación del día a día, sembrando las semillas de cómo ellos regularán por sí mismos sus emociones cuando estén maduros para ello.