Pinceladas sobre acompañar su Ser esencial


Continuamente utilizo Instagram para escribir pequeñas reflexiones, ideas... pero entiendo que no todos los que me seguís utilizáis estas redes sociales, así que he decidido hacer una recopilación de aquellas pequeñas publicaciones que me parecen interesantes y que me gustaría que pudiérais encontrar con facilidad. A estas entradas voy a llamarlas "Pinceladas sobre" y en este caso voy a compartir las que tratan sobre cómo acompañar su Ser.


"Qué contenta me pongo cuando sacas buenas notas, te has ganado un beso", "si dejas el fútbol me pondría muy triste" ...

¿Has imaginado el peso que supone ser un niño y creerte el responsable del bienestar o malestar emocional de un adulto al que amas? 
Tus emociones son tuyas y tú, que eres adulto, tienes que tener las herramientas para gestionarlas, no un niño por ti.

Esto no quiere decir que no tengamos derecho a tener pensamientos, opiniones... claro que puede haber cosas con las que estés o no de acuerdo, pero nunca serán las responsables de tu bienestar.

Reconoce tus deseos, tus expectativas, tus miedos... son tuyos y nadie tiene que cargar ellos; y reconoce también los suyos.

Tu felicidad, tristeza o enfado no depende de lo que tu hijo haga o deje de hacer, no carguemos esa pesada mochila.


Con sus necesidades, emociones, gestos, deseos, gustos, expresiones, ritmos, "rarezas'... porque para aceptarse a sí mismo, necesita que le acepten tal cual es.

Si nos detuviéramos a observar un poco más la naturaleza descubriríamos tantas cosas sobre nuestros niños y cómo acompañarlos...


Lo que les decimos les influye, con buenas intenciones mandamos mensajes a los niños y niñas, pero a veces las buenas intenciones no son suficientes y hace falta más conexión, escucha y reflexión. 

"No necesitas ir en brazos, no eres un bebé", le decimos al niño que aprenderá que pedir  consuelo o cariño a través del contacto físico es algo infantil, a evitar y que parece que tiene una coraza protectora sobre su piel. 

"Tú no les hagas caso" le decimos al niño que nos pide ayuda siendo pequeño en sus conflictos con otros niños y niñas, y que luego nos extrañará lo "poco que expresa" y diremos que "se guarda todo para sí mismo". 

"Los demás se reirán de tí si...", le decimos al niño que para que cambie su comportamiento o que deje de realizar algún  hábito (que en realidad nos remueve a nosotros) pero que aprenderá  que los demás tienen el poder de hacerte sentir mal por mostrar lo que necesitas. 

"qué cara más sucia, los demás pensarán que...", "¿esa ropa te vas a poner?", le decimos al niño que la intención de motivarlo y realice alguna acción, pero aprenderá a estar más pendiente de lo que los demás piensan que de lo que él siente o necesita. 

"Si no te comes todo me pondré triste" o "qué contenta estoy cuando haces..." le decimos al niño que aprenderá que la felicidad o la tristeza de los demás dependen de lo que él haga o deje de hacer (¡ojo! las emociones son propias y cómo las gestionamos es algo propio, no podemos utilizar a otra persona en nuestro beneficio y felicidad). 

"Qué pesadico que eres" le decimos al niño para que vaya a jugar solo, pero que aprenderá que es una carga, que no debe de molestar para ser aceptado y que pondrá por delante lo que los otros necesiten aunque sea en detrimento propio (Cuando en realidad lo que necesitábamos era más tiempo para nosotros mismos, menos carga laboral o más ayuda en casa).

Pero no sólo les influye lo que les decimos, también lo que hacemos, lo que toleramos, lo que no decimos o lo que callamos. 

Los mensajes que reciben hoy, formarán parte de su autoestima (de hoy) y de mañana. 


Si no nos detenemos a observar cómo interpretamos las situaciones, nuestras emociones, nuestras necesidades, nuestros vínculos, los patrones que nos vienen dados, que hemos heredado; si no tomamos conciencia de todo lo que realizamos de forma inconsciente, es posible que los transmitamos de la misma forma a nuestros niños y niñas, que pesen nuestras necesidades sobre las del otro, proyectemos, neguemos... y sobre todo, que nos cueste aceptarles tal cual son y sin darnos mucha cuenta, les impidamos desarrollarse tal y como son.

Que los adultos tomemos consciencia de este in - consciente, no como 2 polos, sino como un continuo, nos ayuda a ver lo que es nuestro, lo que nos fue dado y lo que es de los niños y niñas; no es olvidar nuestra historia, ni negar nuestras necesidades, es poder recolocar esas piedras para que podamos ampliar nuestra lente, reconocer a cada uno, y así, podamos enfocarnos en lo importante, y que ellos, puedan Ser niños y niñas acompañados.


Muchas veces, los adultos llevamos una coraza, que nos hace parecer fuertes y que nada nos influye, pero realmente, es la estrategia que tuvimos que crear en su día para sobrevivir, para seguir adelante en nuestro contexto; pero debajo de ella, se encuentran las mismas necesidades que en su día no recibimos, las carencias, los miedos no acompañados ni afrontados. 

A veces, ante situaciones actuales que nos evocan esos sentimientos que vivimos en la infancia, y que creemos tener superados u olvidados,  este niño o niña "asoma" y reclama lo que no tuvo. 

Y ahí puede generarse un conflicto, entre las necesidades que demandan nuestros niños y niñas (y que dependen de nosotros que somos los adultos para satisfacerlas) y las necesidades o emociones propias que como no fueron atendidas, siguen presentes.

Qué importante tomar conciencia para poder diferenciar nuestras necesidades y emociones de las suyas, que ambas son legítimas; que ahora somos adultos y contamos con estrategias para satisfacerlas, y de que, ahora, desde nuestro acompañamiento a la infancia, podemos evitar que próximas generaciones tengan que crecer con corazas para adaptarse a un contexto que no les escuchó.


Los niños y niñas tienen una conexión muy fuerte con lo que necesitan, lo que sienten, sus deseos... lo expresan a través de diferentes lenguajes, como la voz, el llanto, el cuerpo, el gesto, la palabra... pero el entorno muchas veces emite juicios ante estas acciones, críticas, etiquetas, retiradas de atención... los niños y niñas, que necesitan amor, pertenencia, descubren que hay una parte de ellos que socialmente no encaja, no es aceptada y que no debe de ser mostrada por miedo al rechazo, a no tener amor. 

Crecemos mirando poco hacia este lado, dándole poco lugar, quizá desconectados o avergonzados, pero es una parte nuestra, que nos pertenece.

Ego, sombra, máscara, personaje, traje, personalidades  parciales... son quizá diferentes formas (aunque con matices) de referirnos a un asunto similar.

Qué importante tomar conciencia de cómo los adultos con nuestras reacciones podemos condicionar lo que muestran y lo que ocultan, y qué importante es que podamos conocer nuestras luces, pero también nuestras sombras.


Los otros nos reflejan aquello sobre lo que no tenemos consciencia. Si no lo hacemos consciente confundimos lo que es nuestro con lo que es del otro. 
El otro no tiene capacidad de, por ejemplo, enfadarnos, sino que refleja una necesidad nuestra que no está siendo satisfecha.


Los niños y niñas tienen su propia esencia, pero muchas veces los adultos estamos tan cargados de expectativas, planes para ellos, necesidades propias, heridas emocionales de nuestra infancia, juicios si no hacen lo que esperamos... que van frenando su esencia y no les permiten ser quien son.

Tomar conciencia de todo lo inconsciente que volcamos sobre ellos, a través de nuestros hechos, nuestras palabras... tomar conciencia de que nuestras necesidades son diferentes a las suyas, que son igual de válidas pero que no podemos proyectarlas a través de ellos, y ellos no deben satisfacerlas; permitirá respetar quien ya son, aceptar su individualidad y acompañarles en su desarrollo sin que pierdan su esencia. 
Qué importante es tomar conciencia de ese "peso" inconscientemente vamos poniéndoles y les frena. Qué importante reconocer lo que es nuestro (necesidades, expectativas...) para poder mirarles a ellos.

Si te interesa continuar profundizando en este tema, puedes hacerlo en esta formación, también se realiza para claustros de escuelas.