¿Qué me despiertan sus emociones intensas?


Por muy buenas intenciones que tengamos como padres o educadores, en las situaciones reales, cotidianas; los estados emocionales intensos de los niños y niñas que acompañamos, sus rabietas, sus gritos, sus peticiones, sus lloros... despiertan "cosas" en nosotros.

Ante estas situaciones nos podemos poner tensos, nerviosos, nos puede despertar nuestra propia rabieta, nuestras emociones pueden volverse también intensas... a veces nos desbordamos, y desbordados no los podemos acompañar, porque podemos entrar en luchas de poder buscando quién gana y quién pierde, quién tiene la razón y quién no... 

Nosotros somos los adultos, los que podemos aprender a diferenciar las necesidades que hay tras las emociones de los niños y niñas (por intensas que sean) para que progresivamente ellos puedan también identificarlas y por lo tanto satisfacerlas.


Ante un conflicto, ante ese niño o niña que "se porta mal", ante una mala contestación, una emoción expresada de forma muy intensa... ¿nos quedamos en la barca centrándonos en la conducta observable o nos tiramos al agua a indagar qué necesidades no cubiertas hay debajo de esta?

Pero antes debemos de aprender a identificar nuestras emociones en las situaciones de conflicto, identificar qué nos despiertan sus emociones, identificar por qué reaccionamos de esa manera, para poder acoger sus emociones y las necesidades que hay tras ellas de forma objetiva, sin juicios ni luchas. 


Alfie Kohn en su libro Crianza incondicional nos habla sobre las razones por las que criamos como lo hacemos y como estas se deben a múltiples factores, por lo que cuando decidimos hacer las cosas "de otra manera" tenemos que repensar sobre lo que pensamos. 
Es importante dedicar tiempo a la reflexión sobre este asunto si queremos dejar de actuar en las situaciones intensas con el "piloto automático" y en vez de eso, actuar con calma, deacuerdo a decisiones conscientes; Siegel en su libro Disciplina sin lágrimas también nos apunta en la misma dirección. 
Si volvemos al primer autor, este nos dice que actuamos como lo hacemos porque estamos influidos por: lo que vemos y oímos (el rol de otros padres o lo que nosotros vivimos como hijos), la mirada que tenemos hacia la infancia (deben de obedecer, vemos a los niños como oponentes...), lo que sentimos (que depende de lo que vivimos y recibimos en nuestra familia de origen...) y nuestros miedos (lo que pensarán de nosotros como padres otros adultos...) si pensamos sobre estos aspectos, si tomamos conciencia sobre lo que sentimos, sobre lo que necesitamos... es más sencillo dejar atrás el "piloto automático" y esas formas de actuar de las que luego nos arrepentimos. 
Desde la pedagogía Loris Malaguzzi ya nos hablaba de que nuestro pensar, nuestro decir, nuestro sentir y nuestro hacer debía de ser congruente, para lo que había que reflexionar porque los niños y niñas notaban esas incongruencias y no les transmitían la seguridad que necesitaban de nuestra parte.

Para poder acompañar emocionalmente tenemos que estar disponibles, a su lado, no enfrentados; y para ello, debemos conocernos primero a nosotros mismos, debemos tomar conciencia de qué nos despiertan sus emociones, debemos de reflexionar sobre nuestras reacciones automáticas, sobre la mirada de infancia que tenemos y sobre qué acompañamiento queremos ofrecer a nuestros niños y niñas.


Laura Estremera Bayod


Para leer sobre este tema y otros, puedes hacerlo en mi libro Ser niños acompañados.


Si quieres profundizar más sobre este tema puedes asistir a mis charlas y talleres sobre acompañamiento emocional que realizo tanto para familias como para profesionales de la educación.
Si por la distancia no puedes acudir a ninguna de mis charlas próximamente podrás acceder a mi curso online de la Escuela Bitácoras "Acompañamiento emocional".