Arte con corteza y más elementos
Este tipo de actividad es una invitación, lo que suelo
llamar una provocación. La principal característica es que el adulto prepara los materiales pero no se sabe lo que
ocurrirá, son los niños los que dan vida a la actividad, son ellos los que la construyen en función de sus intereses y
necesidades.
Esta vez, preparé un rincón con elementos naturales
principalmente como corteza de árbol, palos, conchas de caracol, granos de
maíz, las hojas que recubren las mazorcas, piedras de colores, pero también
palillos y flores artificiales. Me gusta elegir elementos naturales porque nos
aportan diferente información sensorial: olor, textura, temperatura, peso…
Aunque los niños sean los protagonistas de la actividad, el
papel del adulto es fundamental, no sugiere, no da órdenes, no dirige al niño.
Sino que lo observa y le da la seguridad emocional necesaria para que se pueda
concentra en la actividad. Por otro lado, vigila el uso correcto de los
elementos (ya que algunos son pequeños) aunque se ofrece a un grupo que no se
encuentra en una etapa oral y que ya no se llevan cosas a la boca. En esta
provocación participaron niños de 2 a 3 años.
¿Qué hicieron?
La primera aproximación fue sensorial: observar, tocar… en
definitiva, descubrir qué tenían entre manos. Después continuaron moviendo las
cosas de un lado al otro y empezaron a descubrir que las grietas de la corteza
podían llenarse de piedritas, de maíz… que los palos, se podían clavar sobre la
corteza y además los caracoles si los colocabas con precisión, se aguantaban
sobre ellos, que las hojas, las flores… también se podían poner sobre la
corteza y quedaba bonito. Todo un trabajo de concentración, precisión.
Una oportunidad preciosa para poder observar cómo se expresan libremente
a través del arte.
¿Qué trabajaron?
La parte sensorial.
La fuerza de los dedos cuando clavaban los palos sobre la
corteza.
La motricidad fina y pinza de los dedos al coger todos esos
pequeños elementos.
La clasificación, tanto mientras decoraban como al recoger
los elementos.
La coordinación óculo manual al colocar cada pieza en el
lugar exacto, al aguantar las conchas en los palos…
La atención.
La expresión libre.
Además es un tipo de actividad que se adapta a las diferentes
necesidades e intereses de los niños, algunos que se encuentran en una etapa
más sensoriomotora tienen una necesidad de mover los elementos, trasvasarlos de
un recipiente a otro, mezclarlos, escuchar su sonido al agitarlos… Otros que se
encuentran en una etapa más representativa, prefieren expresarse a través de
esos mismos elementos… Por lo que una misma propuesta, en un mismo espacio,
tiene diferentes soluciones y acabados, no existe un acabado correcto, porque
lo importante es el disfrute de la actividad.
“Nosotros pusimos el ambiente, el niño hizo el resto”
Laura Estremera
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