La importancia del movimiento para el aprendizaje escolar
Os voy a hablar de uno de esos libros que todo maestro,
educador… Debería conocer.
Neuro-psico-pedagogía infantil, es un libro de Jorge y Mar
Ferré, en este caso se centran en el
desarrollo psicomotor del bebé y los relaciona con los aprendizajes escolares y
sus emociones (también con las dificultades de aprendizaje), pero hay uno
específico sobre el desarrollo neuro-senso-psicomotriz de los tres primeros
años de vida, bajo mi punto de vista, muy recomendable.
El movimiento está relacionado con el lenguaje, con las
emociones, con la seguridad que siente el niño, con la autoestima, con los
aprendizajes, con la lectura, con la escritura…
Y si tiene tanta importancia, ¿por qué sólo nos interesan
los resultados, las notas y saltar etapas infantiles?
La ciencia ha demostrado que el movimiento durante el primer
año de vida es fundamental para el aprendizaje posterior, que el niño tiene que
ser activo y él es el que tiene que conquistar etapa tras etapa, porque donde
hay movimiento hay percepción y aprendizaje.
(El boca arriba, el volteo, el boca abajo, el reptado
circular, el reptado lineal, el gateo, el sentarse sólo, el ponerse de pie…)
Unas etapas se apoyan en otras y estas las debe de descubrir
el propio niño, los adultos no podemos andar por ellos, ni siquiera tiene
sentido que los intentemos “enseñar a andar” y tras entender esto no se concibe
poner a un niño de pie cogido de las manos, ni sentado con apoyos, ni en un
taca taca, porque tras comprender cómo funciona el cerebro, no tiene ningún
sentido quererse saltar etapas, ya que no beneficia al niño para nada.
“Si no se activan
todos los patrones funcionales correspondientes a esta etapa evolutiva y se
acelera la deambulación, se dificulta la correcta activación mesencefálica, la vía
piramidal y el cuerpo calloso”
“Los bebés que no se
mueven por el suelo porque se pasan el día sentados y pasivos son candidatos a presentar
alteraciones funcionales, de la visión y
del sentido de la ubicación espacial”.
“El estrés, la
presión, la falta de experiencia en la
etapa del suelo y el empezar a andar sin un sistema neurosensorial
suficientemente preparado producen muchos de los bloqueos defensivos que
encontramos cada vez con más frecuencia en un sector amplio de la población
infantil.”
Y que andar no es sólo un medio de desplazamiento como mucha
gente cree (o lo que es peor, un “indicador” de que el niño es listo, aunque
para ello, se hayan saltado la etapa del suelo). Del movimiento, del conocimiento
y control de nuestro cuerpo… dependerán
muchos aprendizajes posteriores, entre ellos, el lenguaje:
“Cuando recortamos las
fases del desarrollo psicomotor y forzamos o aceleramos el proceso de
verticalización, en muchos casos, se empobrece la actividad de balbuceo y se
retrasa la organización del lenguaje. Existe una relación bastante íntima entre la falta de integración
de algunos reflejos primitivos y algunos trastornos del desarrollo del habla”.
Y esto no quiere decir que los niños que gatean sean más “listos”
que los que no lo hacen, o que los que no han gateado, vayan a tener
todos problemas, como bien explica Ferré y Ferré:
“La experiencia
multisensorial y neuromotriz de la etapa de suelo y el grado de control de la
bipedestación juegan un papel fundamental en este proceso. Gatear o no gatear,
experimentar en el suelo con sus ojos, manos y piernas, explorar su entorno
moviéndose o permanecer el día sentado como mero expectador, hacen que la
activación de la sinapsis, la mielinización
y la activación cerebral, sobre todo, del cuerpo calloso, sigan caminos,
procesos y ritmos distintos y, por tanto, pueden condicionar el desarrollo del
lenguaje y la maduración emocional y cognitiva”
Teniendo en cuenta lo que nos dice la ciencia, no me parece
coherente seguir repitiendo patrones que se han hecho sólo por el hecho de que siempre
se han hecho (sentar a los bebés, “hacerlos
andar” llevándolos de las manitas, no dejarlos en el suelo “porque está frío”,
sentarlos la mayor parte del tiempo…) ya que no es sólo andar, es mucho más.
“Para muchas personas,
el bebé que gatea no es un maravilloso gateador, sino “un pobre niño que
todavía anda por los suelos como un gusanito porque no sabe andar”, que parece
que es lo importante, llegar a andar”.
Y cuando después encontramos dificultades de aprendizaje, lo
normal es llevar a los niños a clase de
repaso” cuando en muchas ocasiones, no
es que haya un problema en sí en “lengua” o en “mates”, sino que no integró las
etapas de movimiento en su momento y es por donde se debería trabajar, porque “La integración
corporal es el punto de referencia del reconocimiento del entorno”
El libro también explica ejercicios para niños que no han
vivido estas etapas de suelo y las implicaciones educativas y emocionales.
Una parte que me ha parecido muy importante y que me parece
que no se tiene en cuenta todo lo que se tendría que tener es los requisitos básicos que necesita el niño para
adquirir el aprendizaje escolar evitando el fracaso y especialmente para aprender a leer y a escribir:
- hay requisitos de tipo biológico, ya que para aprender fácilmente
hace falta un tipo de conexiones a nivel
cortical, que no están suficientemente mielinizadas y permeabilizadas hasta
alrededor de los 6 años.
-Buen desarrollo psicomotriz: las experiencias en el suelo
de bebé, sientan las bases para que en la edad escolar pueda enfrentarse a
estas con éxito.
-Desarrollo de la lateralidad: para iniciar un parendizaje
instrumental, como mínimo, el niño tiene que haber empezado a definirse como
diestro o zurdo, debe de ser capaz de ordenar la información de izquierda a
derecha , sin hacer inversiones de letras y números y eso requiere haber
integrado unas coordenadas estables y unos ejes referenciales claramente
establecidos.
-Función visual: ser
capaz de ver, mirar, dirigir la mirada hacía
un punto focal, mantenerla durante un tiempo, que los 2 ojos se muevan juntos
sin mover la cabeza, que los 2 ojos trabajen juntos, percibir las tres
dimensiones en el espacio…
-Una buena discriminación auditiva: diferenciar bien
fonemas, tonos, ritmos…
-Un buen lenguaje y expresión oral.
-Un adecuado esquema corporal.
-Una adecuada orientación espacio temporal
-Un buen control manual
…
Casi todos estos requisitos no se adquieren hasta los 5 o 6
años.
“En el último curso de
educación infantil, muchos niños hacen en realidad un primero de primaria
reducido…”
“Muchos niños de
nuestro país, salen del colegio a las cinco de la tarde, con deberes que requieren de una dedicación
de dos o tres horas de trabajo en casa, algunos deberes extras para el fin de
semana y, por supuesto, cuadernos de vacaciones (…) El fracaso, el absentismo y
el abandono escolar no se resuelven con más horas de trabajo escolar (…) las
soluciones no van por ese camino, porque dedicar más tiempo a repetir los
mismos errores no es la mejor vía para desarrollar todo un potencial que, no lo
olvidemos, debe contar con el desarrollo neurológico, el desarrollo personal y
emocional”.
Aunque no es un libro de lectura fácil, creo que es un libro
que todo educador, maestro, psicólogo o persona que trabaje con niños debería
conocer. Ya que un desarrollo psicomotor adecuado desde la primera infancia
repercute en el resto de los aprendizajes.
"No por mucho madrugar, amanece más temprano"
Laura Estremera
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