Moverse en libertad
Emmi Pickler era la directora del
instituto metodológico “Loczy” de Budapest. En este, había bebés que
necesitaban cuidados prolongados porque la madre había fallecido en el parto,
era tuberculosa… Estos bebés podían permanecer allí hasta los 2,5 años o 3. Uno
de sus objetivos era evitar la aparición del hospitalismo, es decir, conseguir
un desarrollo favorable.
En el libro “Moverse en libertad”
parten de la idea de que el adulto no intervenga en el desarrollo motor del
bebé, que no lo siente, no le ponga de pié, es decir que no le “enseñe” nuevas
posturas.
Desde una posición clásica, al
niño se le “enseñan” nuevos movimientos, se le da la vuelta cuando aún no es
capaz de hacerlo solo, se le sienta aunque necesite apoyos (cojines, tronas,
pared de la cuna), se le pone de pie y se le hace caminar agarrado de las
manos.
Desde la posición del instituto
Lóczy, defienden una evolución en la que no intervenga el adulto, en la que el
niño sólo se coloque en la posición que sabe hacer por sus propios medios y que
sea el propio niño el que vaya probando las nuevas posturas y consiguiéndolas
progresivamente, el niño no conoce movimientos que no sabe hacer de forma
autónoma, llegan a ellos por sí mismos, por su propia iniciativa. De esta
forma, se evita forzar posturas, se evita frustraciones de los niños al querer
colocarse en posturas que aún no son capaces de realizar por ellos mismos (pero
que un adulto le ha colocado en cierto momento), son los niños los que aprenden
a hallar y abandonar las posturas por ellos mismos (un niño que se le ha
sentado, no sabe sentarse él sólo, no sabe llegar hasta la postura
deseada, ni abandonar esa postura para
pasar a otra más cómoda cuando se canse, esto lo aprende con posterioridad. Lo
mismo con un niño que se coloca de pie…) Tampoco se prohíbe a los niños estar
en la postura deseada, si un niño quiere explorar un objeto tumbado aunque ya
sepa sentarse, no se le impide que lo haga. Desde esta perspectiva, también se
desaconseja el uso de aparatos que ayudan a “sostener” a los bebés cuando aún
no están preparados para mantener esas posturas: sillitas que mantienen la
pelvis inmovilizada, cojines, saltadores que se cuelgan del techo, parques, sillas mecedoras, taca tacas…
Según esta forma de entender el
desarrollo motor, se consiguen niños autónomos, que tienen deseos por moverse, que
pueden pasar de una posturas a otras sin
la ayuda continua de una adulto, por lo que estos últimos se sienten menos agobiados
y facilita el establecimiento de relaciones serenas y equilibradas.
En cambio, un niño que durante su
primer año ha estado la mayor parte del tiempo en posturas que no puede ni
adoptar ni abandonar por sí mismo, depende totalmente del adulto, aunque cada
vez su agilidad y movilidad sea mayor, dependerá del adulto incluso para
recuperar un juguete que se le ha escapado de las manos, es normal que se
encuentre inquieto, insatisfecho, descontento, por lo que suele necesitar que
alguien le ayude constantemente cuando tiene dificultades. Necesitará a menudo
la ayuda del adulto para que le cambie de posición, atrayéndole los movimientos
más evolucionados, realizados con ayuda de este.
“A partir de los 3 o 4 meses de edad, nuestros niños son ya capaces de desplazarse mientras que los niños educados con los métodos habituales, se hallan relativamente inmovilizados a lo largo de su desarrollo”
¿Pero sin ningún tipo de ayuda
los niños aprenden a andar?
Para demostrar su postura se
realizó una investigación con 722 niños desde el año 1946 al 1966 y otro son 5
niños de 1966 a 1969. Se basaron en observaciones de actividades cotidianas (no
en situación de laboratorio) y se compararon los datos con la literatura
especializada y con los de otras instituciones.
El resultado fue que cuando las
relaciones del adulto y del niño son satisfactorias y el niño dispone de movimientos
libres, la marcha aparece, sin retraso notable, sin intervención directa del
adulto y sin necesidad de aparatos. Y no sólo eso, sino que los movimientos
transitorios (los que llevan de una postura a otra) y el poder realizarlos en
libertad, poseen una importancia fundamental en el desarrollo motor, estos
movimientos, preparan para los movimientos más evolucionados. El tener un nivel
de motilidad estable al adquirir los movimientos básicos, el adquirirlos por
sus propias actividades, influyen favorablemente en el deseo de moverse y crean
la condición básica para la evolución ventajosa de su estado emocional, de su
desarrollo intelectual y, en general, de su desarrollo psíquico.
¿Cuáles serían los movimientos
que realiza un bebé?
Referidos a un bebé sano que
tiene libertad de movimientos son:
-volverse de posición dorsal
(boca arriba) a la de costado y volver a la dorsal
-rodar en posición ventral
-rodar
-reptar sobre el vientre
-gatear
-las posiciones intermedias de
sentarse SOLO y de volver a tumbarse
-sentarse
-las posiciones intermedias para
ponerse de pie SOLO y volver de rodillas o sentado.
-ponerse de pie
-andar
¿Cuáles son algunos de los
principios del instituto Loczy?
-Se coloca al niño siempre en
posición dorsal hasta que sepa adoptar otra postura.
-Durante sus tentativas no se
ayuda al niño a concluir el movimiento iniciado; no se ayuda a sentarse, a
ponerse de pie…
-Mientras no se ponga de pie por
sí mismo, no se le pone, ni se le da la mano. Únicamente cuando ya domina bien
la marcha, para establecer un vínculo, no como ayuda.
-No se le prohíbe ni se le impide
su tentativa espontánea.
-El adulto se regocija de los
progresos del niño.
-Se le pone ropa que favorezca el
movimiento libre. (No capuchas, calzado flexible de tela o punto que adopte la
forma del pie y hasta que no ande, no llevará suela rígida y más tarde, sólo
para pasear o jugar al aire libre)
-En la primera infancia, se evita
inmovilizar al niño en cualquier posición (enrollarlo en una manta…)
-Se proporcionan juguetes
adecuados que puedan coger ellos solos.
Unos datos interesantes sobre la
investigación:
-No encontraron niños que se
deslizaran sobre las nalgas, ni que se deslizaran sentados con las piernas
flexionadas. (Ninguno de los 722).
-Todos los niños GATEARON antes
de andar y no solamente sobre un suelo horizontal, sino también sobre
escaleras, escalones y el suelo en pendiente. (Los 722).
-Los niños adquieren cierta
prudencia y aprenden a reaccionar con destreza a los accidentes inesperados y a
las caídas.
-Los ejercicios se ejecutan sin
crispación, con una buena coordinación muscular y partiendo de una adecuada
posición estática.
Basado en Moverse en libertad.
Emmi Pikler.
Laura Estremera